jueves, 8 de marzo de 2018

A VOSOTR@S L@S PROGRES

Muy de izquierdas y muy progres pero no le hacéis ascos a la paga de verano que  instauró Franco en conmemoración del alzamiento nacional del 18 de julio.

martes, 22 de agosto de 2017

YO FUI ESCLAVO DEL TABACO

Ahora que llevo mas de año y medio sin fumar y lo que es aún mas importante, no echo de menos el tabaco, quiero transcribir un artículo que en el año 2000 publico el escritor Terenci Moix, en el cual refleja con gran maestría su gran adicción al tabaco, cosa que nos vemos reflejados todos quienes hemos sido fumadores de muchos años. Terenci Moix murió debido a un enfisema pulmonar en el año 2003.


YO FUI UN ESCLAVO DEL TABACO
Terenci Moix (publicado en El Pais el 04 de junio de 2000)

Al doctor Juan Ruiz Manzano. Gracias. He estado a punto de morir con la gentil colaboración de Tabacalera Española. Puedo hacer esta afirmación con absoluta certeza porque he sido fiel a los productos nacionales desde 1957. El consumo salvaje de las marcas Celtas y Ducados me permite afirmar que los asesinos hablan mi idioma. Tampoco hay duda al respecto al color: es negro, negrísimo, color culpa. Cuando he residido en el extranjero han sido Gitanes, y Gauloises, con la aportación decididamente cutre de los Nazionali cuando viví en Roma. Y todos en cantidades tan ingentes que justifican el título de este artículo, al estilo de “Yo fui una madre soltera” o “Yo fui un Frankestein adolescente”. O, siguiendo con el cine: “Me llamo Lillian Roth y soy una alcohólica”. Así, pues, confesión pura y dura.
Descartando los factores obvios sobre los que inciden razonablemente todos los escritos contra el tabaco, sí quisiera esgrimir mis derechos al récord de tabaquismo; y, puesto que me había sido diagnosticado un enfisema pulmonar en grado avanzado, mis aspiraciones al Guinnes de la estupidez. Cuando para suerte mía fui a caer en manos de la doctora Dolores Sorribes, con su excelente sistema Fumafín para dejar de fumar, contabilizamos el alcance de mi suicidio con las siguientes cifras: unos 70 cigarrillos diarios, durante doce meses, daban aproximadamente más de veinticinco mil cigarrillos al año. Esto en 1999. Calculen cuarenta años fumando y salen mas de diez millones de cigarrillos.
Estamos hablando, naturalmente, de una compulsión, pero en lenguaje llano puedo llamarlo obsesión, delirio y hasta locura. Sólo con epítetos un tanto desorbitados puedo calificar a los alucinantes momentos en que intenté desengancharme. Y esto en una época en que el enfisema ya había convertido mi caso en cuestión de vida o muerte. Vértigos, estados de histeria, alucinaciones, agresividad, eran algunos peldaños que me hacían subir directamente a la desesperación. Tales reacciones me hacían ver que casi cuarenta años de tabaquismo habían hecho su efecto. No era una constatación demasiado útil. El reconocimiento de un fallo y su enmienda no siempre van juntos; sobre todo cuando la adicción es tan traidora como para aportar a cada causa su justificación; sus coartadas a menudo múltiples. La primera de ellas: “Si no dejo el tabaco es porque no quiero. Y, después de todo, siempre hay tiempo para hacerlo”.
Pero el tiempo transcurre, las facultades menguan, la basura va invadiendo los pulmones, al final los devora y la dependencia crece hasta convertirse en una esclavitud. Lo mas lógico es reconocer de una vez que me he convertido en una piltrafa, per los Ducados pueden mas. Pertenezco a la raza de fumadores que quieren dejarlo…. sin quererlo dejar. Con mi enfisema debidamente diagnosticado continué consumiendo el veneno y reduciendo mi calidad de vida al mínimo, por no decir a la nada absoluta. Nunca faltaron excusas. ¿Cómo iba a escribir una sola página sin mis aliados, los cigarrillos? Pero los Ducados no me han convertido en Joyce. ¿Cómo hacer el amor sin aspirar después, una calada, como hacían las heroínas de la nouvelle vague? Pero no se me presento la oportunidad, porque gracias al tabaquismo entré directamente en la impotencia sexual, con el consiguiente deterioro de mis relaciones de pareja. Pero seguí prefiriendo los Ducados a un acto de amor, y al cabo los preferí a la posibilidad de caminar. Tanto es así que el pasado año, tuvo que llevarme un coche desde el hotel Ritz al Museo Thyssen, donde daba una conferencia. No podía cruzar el paseo del Prado, pero de mis tres paquetes de Ducados no me apeaba ni el dios Neptuno, testigo de aquel dislate.
En tales circunstancias, no podía recurrir a las frases estilo “virgencita mía, ¡que cruz me has mandado!”; y no podía porque la cruz me la busqué yo, aunque no sin ayuda. A los dieciséis años recurrí al cigarrillo como tantos otros: no para hacerme el macho -comprenderán que esto siempre me importó un pito-, sino como forma de distinción social, aprendida en la moda y, desde luego, en los dioses del cine; pero las tabacaleras todavía no me alertaban con esa astuta advertencia que adornarían las cajetillas muchos años después, cuando ya era demasiado tarde: “El tabaco perjudica seriamente la salud”. Santo aviso, pero ambiguo. El tabaco entraría a formar parte de las múltiples cosas que pueden dañar la salud en mayor o menor grado, pero nunca, en anuncios o cajetillas, he leído que los cigarrillos CREAN ADICCIÓN. Y es aquí donde los fumadores perjudicados estamos en el derecho de exigir responsabilidad y de acusar a las tabacaleras de criminales.
Porque no es cierto, como han escrito recientemente algunos compañeros, que el fumador pueda dejar de fumar de la noche a la mañana; no es cierto que se trate de un simple problema de albedrío. La adicción es la trampa mortal. Y lo es en un grado que no he conocido en cosa alguna. Como mucha gente de mi generación -los blessed sixties- yo fumé hierba en cantidades adecuadas, le di a los hongos, al peyote y un poquito al LSD. En resumen, cosas ideales para escuchar a Ravi Shankar y comer membrillo. ¿Por qué olvidé la hierba y todo lo demás -Ravi Shankar incluido-, y en cambio los Ducados han permanecido a mi lado, año tras año, día a día, minuto a minuto? ¿De que poderosa materia estaban hechos esos diablillos como para irme convenciendo de que eran amiguetes cuando, de hecho, eran mojones en mi camino hacia el desastre?
Son mas poderosos que cualquier droga, pues mientras me convertían en adicto, en obseso, en esclavo, me hacían creer que me estaban ayudando. Pero ¿a que? Los problemas, cualesquiera que fuesen seguían existiendo aunque los disfrazase tras una cortina de humo. Mas aún: generaban un nuevo problema, que no era sino el reconocimiento de mi irresponsabilidad. Si no fumaba caía en la desesperación; si fumaba me desesperaba por ceder. Y a fe que intenté dejarlo por todos los medios aconsejados: libros de ayuda, acupuntura, ondas electromagnéticas, parches de nicotina, pastillas, boquillas… Sólo que faltaba lo mas importante: la decisión verdadera, asumida, de querer dejarlo realmente. Los cojones que Tabacalera me había arrebatado.
Mientras, el enfisema seguía su curso. Y el tabaco también. Una pintoresca pulmonía doble vino a completar el cuadro. Y a mayor peligro, más tabaco.
Enlazo con el principio: he visto a la Muerte cara a cara. No era como la de Ingmar Bergman, negra, ni como la de Woody Allen, blanca. Era azul, como un paquete de Ducados, y cada vez que en la clínica me agujereaban venas y arterias para introducirme sueros o sondas, o yo que coño se, imaginaba que me estaban incrustando cigarrillos. Después de todo es lo que había estado haciendo yo mismo durante 40 años. En esta excursión a las fronteras del Mas Allá descubrí el único final de la abominación, que no es otro que romper con ella a rajatabla. Con ayudas pertinentes, llámense parches, pastillas, comidas -nunca saboreada antes-, horas de sueño, lo que sea pero siempre como elección inevitable.
Hace ya tres meses de esta decisión, y la esclavitud al cigarrillo se me aparece como algo lejano, como un engaño destinado a anularme. Y lo que mas me maravilla es la rapidez de esta recuperación, la ausencia de sufrimiento -temor tan importante para quienes quieren dejarlo-, la fácil eliminación de la nicotina -otro de los temores más extendidos- y, sobre todo, la insólita sensación de serenidad derivada de una autoestima que se va acrecentando a medida que pasan los días. ¡Esas sobremesas sin cigarrillos, cuando siempre pensé que serían el momento mas delicado! Y esos mil actos que no podía efectuar sin ir fumando y que ahora cumplo tranquilamente. Sin añoranzas, sin recuerdos. No digamos ya el percatarme de que, en esos noventa días, mi cuerpo ha dejado de consumir mas de seis mil cigarrillos. También el lujo de permitir que los demás fumen a mi lado, sin inmutarme, porque entre las cosas que no pienso hacer es convertirme en flagelo de fumadores; o sea, dictador de la salud ajena.
Me siento muy orgulloso de mi mismo, pero al mismo tiempo me tengo por estúpido por no haberlo dejado antes. Y es que el deterioro ha sido inexorable. Por mas que haga a partir de ahora, seguiré viviendo con mis facultades considerablemente disminuidas. Ninguna reforma conseguirá devolverme el trozo de pulmón que me falta, por no hablar de deficiencias cardiovasculares, sexuales y algunas bendiciones más. Mi falta de voluntad me ha convertido en un medio hombre. Y todo gracias a Tabacalera Española, que me presentó a mis asesinos cuando tenía la tierna edad de dieciséis años y no estaba en condiciones de reconocer los variopintos disfraces de la Muerte.

  

viernes, 4 de agosto de 2017

8 PUNTOS SOBRE LA MASTURBACIÓN

1.      Casi todo el mundo se masturba.
El 95% de los hombres y el 89% de las mujeres se masturban, al menos en el Reino Unido (según estudio realizado en ese país). Por tanto, no hay ningún motivo por el que avergonzarse.

2.      Masturbarse teniendo pareja no implica nada malo
Existe mucho debate en internet sobre si tendrían que preocuparse aquellas personas cuyas parejas siguen buscando pasar esos ratos a solas. Según una columnista de asuntos sexuales del periódico The Times: “algunas personas sienten su relación en peligro por en hecho de que su pareja tenga necesidad de buscar satisfacción sexual por su cuenta. Al fin y al cabo, si pueden tener sexo, ¿para que necesitan masturbarse? Este argumento pasa por alto la obviedad de que el sexo y la masturbación son experiencias completamente diferentes, aunque la masturbación sea una actividad sexual.

3.      Masturbarse no significa estar insatisfecho
Tal y como dice  la columnista en el punto anterior, no hay ningún motivo por el que masturbarse signifique algo malo sobre tu relación o sobre tu vida sexual con otras personas. Los estudios científicos han descubierto que la gente que practica sexo regularmente suele masturbarse mas que aquellas personas que llevan un tiempo sin acostarse con nadie. De modo que no pienses que la masturbación es un sustituto del sexo, sino mas bien una forma de matar el gusanillo de vez en cuando o un complemento de la vida sexual de la persona.

4.      No eres la única persona que se siente culpable cuando acaba
Pese a que masturbarse no es algo de lo que haya que avergonzarse, hay un montón de razones personales, religiosas y culturales por las que una persona se puede sentir un poco sucia al terminar. No te pasa solo a ti. De hecho, según un estudio, la mitad de las personas que se masturban experimentan dudas por lo que han hecho: “aproximadamente el 50% de las mujeres y el 50% de los hombres que se masturban se sienten culpables por ello”.
Así que no te sientas excluido/a ni pienses que es una razón para dejar de masturbarse. Estamos todos en el mismo barco.

5.      Las mujeres que se masturban suelen estar mas satisfechas en sus relaciones
Un estudio de febrero de 2017 descubrió que las mujeres que se masturban con frecuencia suelen recibir mas sexo oral, tener relaciones sexuales mas largas, pedir mas a menudo que les hagan lo que les gusta en la cama, elogiar a su pareja tras el acto, probar nuevas posiciones, intercambiar palabras eróticas y expresar su amor durante el coito.

6.      A los hombres les sirve como escudo contra el cáncer de próstata
Parece el típico argumento de adolescente, pero es cierto: masturbarse al menos 21 veces al mes puede ayudar a reducir un 33% las probabilidades de sufrir cáncer de próstata. Los investigadores realizaron el seguimiento de 30.000 hombres durante casi 20 años para llegar a estas conclusiones.

7.      Es bueno para la salud
La masturbación también ha demostrado producir beneficios en la salud tanto de hombres como de mujeres. Aparte de reducir el riesgo de cáncer de próstata en hombres, sirve para reducir tensión arterial y para relajarse.

8.      No conlleva ningún riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual ni de embarazos indeseados

El sexo está muy bien, pero siempre hay que acordarse de tomar precauciones, ya que puede acarrear sus riesgos. En cambio, con la masturbación tienes la seguridad de que estás a salvo. A parte que también realizarla en pareja es muy placentero y es una forma de sexo seguro.

viernes, 10 de febrero de 2017

La dictadura de la bicicleta

Ciclistas campando a sus anchas por el carril del tranvia, si se produce un accidente a quién echaran las culpas????

jueves, 18 de agosto de 2016

Citas

"Cuando la adversidad llama a tu puerta, todos los amigos están dormidos"

"Algunas de las mejores lecciones de la vida se aprenden en los momentos más difíciles"


viernes, 29 de julio de 2016

LA MASTURBACIÓN

Innata y natural


A pesar de todos los intentos históricos de convencernos de lo contrario, no existe nada que no sea natural con relación a la masturbación. Los niños, a pesar de no tener información al respecto, la realizan como si la hubieran hecho toda la vida, es un acto reflejo que antes o después todos tenemos y no necesitamos que nadie nos enseñe.Se tocan los genitales porque les causa placer al igual que se rascan cuando algo les pica.
En lugar de negarles a los niños ese placer, sería mucho mas saludable enseñarles a discriminar entre las cosas que se deben hacer en privado, como hacer cualquiera de las necesidades biológicas que nuestro cuerpo nos pide (defecar, orinar....), y las cosas que se pueden hacer en público. Sin embargo, hasta el mas bienintencionado de los padres tiende a proyectar sus propias vergüenzas e incomodidad a los niños hasta que ellos aprenden a asociar la masturbación con algo feo. 
Nuestros antepasados nos dejaron como herencia la desinformación, la culpa y otras actitudes temerosas del placer relacionadas con la masturbación. Si, aun hay gente que cree que la masturbación no es un hecho natural, habrá que recordarles que en el año 1972 la Asociación Médica Americana declaró la masturbación una actividad sexual normal.

Sus beneficios

La auto exploración permite conocer la propia anatomía, sensibilidad y capacidad de respuesta. Como la sexualidad de cada persona es distinta, mediante la masturbación se puede llegar a saber que tipo de estimulación provoca más placer y dónde. Con este conocimiento es posible explorarse y experimentar sexualmente tanto en solitario como en pareja. Si se dispone de un implemento o juguete sexual, la utilización previa en soledad aumenta las posibilidades de satisfacción también con la pareja. Cuando se utiliza a solas, el juguete permite controlar la presión y el ritmo de la masturbación. Cuando la persona conoce sus respuestas y reacciones, la ansiedad ante las relaciones sexuales disminuye y de paso logra mucha mas soltura.
Después de tantas amenazas que hemos oído contra la salud con referencia a la masturbación, es casi novedoso hablar de sus beneficios, al menos aún para mucha gente. Pero la realidad es que existen muchos. La masturbación puede disminuir los niveles de estrés y tensión, ayudar a dormir, aliviar los dolores menstruales a las mujeres y mantener los músculos pélvicos tonificados. También es un buen ejercicio cardiovascular. En cuanto a la salud mental, esta puede contribuir a incrementar la autoestima y la auto confianza al permitir que la propia persona sea la responsable de sus necesidades sexuales. Por otra parte, sin importar la edad ni si se tiene pareja o no, se puede permanecer sexualmente activo a lo largo de toda la vida.
No es infrecuente que los terapeutas recomienden la masturbación con el fin de ayudar a las personas a romper algunas barreras o a solucionar algunas disfunciones sexuales. A las mujeres con dificultades orgásmicas se les aconseja la masturbación regular con el fin de experimentar con varios tipos de estimulación conservando su propio ritmo de respuesta sexual. A los hombres con eyaculación precoz o dificultades de erección también se les aconseja recurrir a unas determinadas variantes masturbatorias.
En resumen, los beneficios de la masturbación son los siguientes:
- Conocimiento de la propia anatomía y respuesta sexual.
- Saber dónde se experimenta mas placer y cómo.
- Aumento de la satisfacción en la relación con la pareja.
- Aumento de la desinhibición e incremento de la autoestima.
- Reducción de la tensión y del estrés.
- Ayuda para conciliar el sueño.
- Mejoría del dolor menstrual.
- Tonificación de los músculos pélvicos.
- Responsabilidad sobre las propias necesidades sexuales.
- Actividad sexual durante toda la vida.
- Mejoría de la anorgasmia y de la eyaculación precoz.

Manual de instrucciones para mujeres (a nivel orientativo)

Esto como digo es meramente a nivel orientativo, despues cada cual puede poner en practica y echar a volar su imaginación.

Las mujeres poseen una gran variedad de puntos potencialmente estimulables que pueden producir placer sexual. Estos puntos no se encuentran exclusivamente en sus genitales. Para una descripción mas gráfica y detallada de los procedimientos femeninos de masturbación, vamos a referirnos a:
1. La estimulación clitoridea/vaginal.
Con la mano y los dedos: usar las manos y los dedos para frotar, acariciar y presionar el clítoris. A veces la estimulación directa del clítoris puede ser demasiado intensa por lo que se aconseja hacerla alrededor o cerca del clítoris. También se puede usar un pañuelo entre la mano y el clítoris.
- Restregar con la palma de una mano el clítoris e insertar los dedos de la otra mano en la vagina.
- Rodear el clítoris entre el índice y el pulgar.
- Utilizar aceite de bebés y masajear el clítoris con dos dedos hasta que se ponga erecto. Al mismo tiempo, introducir un vibrador o dos dedos en la vagina.
- Usar el dedo medio y masajear el clítoris solo del lado derecho, después ir al lado izquierdo. Siempre hay un lado mas sensible.
- Acostada con las piernas muy cerradas, hacer cosquillas al clítoris con un dedo ligeramente doblado.
Con agua: Se usa el teléfono de la ducha y se va alternando el chorro de agua de regular a fuerte. Hay que tener cuidado de no lanzar un chorro demasiado fuerte al interior de la vagina porque puede ser perjudicial.
- Durante la ducha seleccionar un chorro regular de agua y situarlo delante del clítoris.
- Situarse debajo del grifo del agua en la bañera, recibiendo el agua directamente en el clítoris.
- Tapar el grifo con el dedo pulgar de modo que se pueda controlar el flujo de agua sobre el clítoris
Con almohadones y muebles:
- Situarse boca abajo y moverse frotándose contra algún objeto para estimular el clítoris.
- En el brazo de un sofá. Frotarse y de vez en cuando levantar los pies del suelo. Produce la sensación de estar volando.
- Cabalgar sobre la almohada.
Con vibradores. Los vibradores se usan, sobre todo, para la estimulación clitoridea, aunque algunas mujeres utilizan estos aparatos con pilas o eléctricos para la estimulación vaginal y anal.
- Vibración directa. Acostada en la cama, con música inspiradora, masajear con aceites aromátaicos, tocándose los pezones y colocando el vibrador directamente en el clítoris.
- Situarse encima del vibrador, mientras se golpean las nalgas.
- Penetración. Con rápidos movimientos, mientras se juega con los pezones.
2. La estimulación del punto G. La introducción de un vibrador en la vagina puede ayudar a localizar y estimular el punto G y produce una sensación de plenitud. Se puede realizar exclusivamente o en combinación con la estimulación anal y/o vaginal. Se puede encontrar el punto G con los dedos, pero es dificil lograr una adecuada estimulación a través de la masturbación manual. Se encuentra en la pared vaginal que está situada detrás del vello púbico, a 1 ó 2 centímetros de la entrada.
3. La estimulación anal. El ano es muy sensible al tacto. Existen muchas mujeres que disfrutan de la estimulación en esta área durante la masturbación o en el juego previo con un/a compañero/a. Se pueden usar los dedos, o juguetes para el ano en combinación o no con la estimulación clitoridea o vaginal. Es conveniente utilizar mucho lubricante.

Manual de instrucciones para hombres

Al igual que he comentado con las mujeres, esto es a nivel orientativo, depués la imaginación se puede echar a volar.

Si bien el hombre tiene sus rincones de placer mas circunscritos a la zona genital, existe gran variedad de prácticas masturbatorias para el hombre. Dos de ellas se utilizan en el tratamiento de la eyaculación precoz y de la disfunción eréctil. A parte de la manera más clásica de estimular el pene con lubricante o saliva y mover la mano de abajo arriba, algunos hombres prefieren rodear la cabeza del pene a cada movimiento o combinarlo con toques de testículos. También es posible utilizar un pañuelo para realizar los movimientos.
El hombre puede estimularse mediante el pene, el ano y la próstata.
1. La estimulación peneana.
- Estando sentado, tirar de los testículos mientras se acaricia el pene suavemente.
- Apoyado en el cabezal de la cama, aplicarse loción o leche hidratante. Después usar una mano para acariciar el pene y el glande y la otra mano para frotar el área hacia los testículos,
- Abrazar el pene con el pulgar y dos dedos de cada mano y mover de abajo arriba hasta terminar.
- Recoger los testículos con una mano y mover el pene de arriba abajo con la otra. Variar el ritmo hasta llegar a un punto de orgasmo para interrumpir y volver a empezar hasta aproximarse al orgasmo. Hacerlo varias veces antes de terminar. Se puede presionar los testículos al terminar.
- Utilizar la mano entera para estimular el pene y tratar de esperar hasta una hora antes de eyacular.
- Darse pequeños golpes en el pene de adelante atrás entre las dos manos o contra el estómago.
- Estando en la cama, poner una almohada entre el estómago y el pene y después presionar entre la almohada y las sábanas.
- Aplicarse abundante lubricante en la mano, apretar el pene e intentar simular la sensación de una vagina húmeda.
Con el vibrador: Existen vibradores de diversos tipos para hombres, tanto para la estimulación peneana como para la anal: mangas vibradoras, y otros.
- Deslizar el vibrador a lo largo del pene.
- Insertar un juguete anal en el ano mientras se estimula el pene con la otra mano o con otro vibrador.
2. Estimulación anal y prostática. El ano es sumamente sensible y puede ser estimulado insertando los dedos o un juguete sexual para el ano. Muchos hombres pueden disfrutar de la estimulación en esta área durante la masturbación o con un/a compañero/a. Se puede combinar o no con la estimulación peneana.
- Estirar el pene lentamente, manteniendo la excitación a bajo nivel durante aproximadamente una hora. El orgasmo en esas sesiones suele ser muy intenso. Este tipo de masturbación se acompaña habitualmente de la inserción de uno o dos dedos en el ano hasta llegar al clímax.

Así que, a ver si poco a poco se van diluyendo los prejuicios, especialmente en las mujeres que mayoritariamente son mas reacias a hablar abiertamente del tema.